martes, 9 de septiembre de 2014

Predestinados a encontrarse, condenados a perderse.

El destino es un pequeño concepto que siempre se nos escapa, 
somos tan ingenuos que no nos damos cuenta de que es la pieza fundamental en nuestras vidas. Nos escoge para desempeñar un papel en el mundo y elige nuestro camino como hace Dios en su Biblia. 

Gracias al destino tenemos personas  muy importantes día a día, gracias por hacernos disfrutar de los pequeños placeres de la vida, gracias por generarnos ese pequeño afán de superación y sobre todo gracias por hacernos soñar.

Sí, he dicho soñar ¿Y sabéis por qué?,  porque con el tiempo todo va pereciendo, pasan los años y se va consumiendo esa llama que surgió al principio, ya no suena la misma nota que escuchábamos, y fundamentalmente porque todo esta escrito, todo tiene su final y nosotros tenemos un final.

¿Pero sabéis que? Me importa una mierda el destino, me importa una mierda mi final y sobre todo me importa una mierda mi función en este mundo, porque vida solo hay una y yo estoy aquí para equivocarme y aprender, para caer y levantarme y sobre todo para vivir y ser feliz. Yo construyo lo que vivo y el mundo gira por dónde yo piso, porque cuando ella suelta un llanto no es porque es débil, sino porque lleva mucho tiempo siendo fuerte y de un momento a otro revienta pero en ese preciso momento es cuando todo empieza a tener sentido, cuando nadas a corriente y peleas por tus valores, hacedme caso que todo sabe mejor.

Estamos destinados a un mismo camino, donde el final solo es el olvido, pero ese paso, justo ese pequeño paso entre el final y el olvido, solo lo creas tú.




















2 comentarios: